viernes, 23 de septiembre de 2011

Tres cosas, tres

Esta noticia me alegra, pero me alegrará más el día en que sea tan normal que deje de ser noticia.
Pinto y Chinto me hacen reir por no llorar: un plan de ahorro "energético". Apagar la luz del pensamiento, de la idea, de la iniciatica, del conocimiento. Pero, no lo conseguirán.
Muchas veces me llegan correos sobre la ignorancia de los chicos de hoy, lo poco que saben, las falta de interés que tienen. Disculpo a quien me lo envía, pero no puedo darle la razón.
Porque lo que la gente no tiene en cuenta (o quizá desconoce) es que la forma de enseñar ha cambiado pero, si sabemos hacer las cosas, para mejor. Ya no vale ser enciclopedias ambulantes, vale saber dónde podemos encontrar respuestas.
Y, si os fijais, una por una en las ocho competencias BÁSICAS de las que tratamos de dotar a nuestros alumnos, comprendereis que es mucho más completo lo de hoy que lo de entonces.
Porque hoy se trata de que las personas adquieran, desde la responsabilidad, competencias imprescindibles para su vida, desde la interacción con el medio natural, la socialización, la utilización correcta de las nuevas tecnologías , hasta conseguir una autonomía en lo personal, lo relacional y lo social.
Y trabajamos la inteligencia emocional en lo individual (autoestima, resiliencia, equilibrio) en lo relacional (empatía, asertividad, respeto) y en lo social (solidaridad, generosidad, espíritu crítico, reconciliación, capacidad para el consenso).
Formo parte del grupo de convivencia del centro y sé cómo nos esforzamos por dotarlos de habilidades que los mayores hemos tenido que aprender a golpes. Ellos son dialogantes y razonables; saben exigir y ceder; dicen lo que sienten , sin ofender. Y cuando tienen conflictos saben que nunca es culpa de uno solo y lo hablan con la persona en conflicto.
Conozco gente mayor que se pasa la vida quejándose de lo mala que es su familia, su pareja, sus amigos, sus relaciones. Seguramente solucionaría sus problemas si aprendiera a quererse a sí misma y hablase con las personas de las que se queja, de lo que siente.
Pero quizá los mayores estamos siempre menos dispuestos que la gente joven a la que criticamos.
(Acordaos de visitar Sancho, hay una tierna historia de una niña que empieza a sufrir)

lunes, 19 de septiembre de 2011

Cocina casera

Hay dos trucos esenciales para cocinar bien. El primero y más importante es que nos guste cocinar. Yo sueño con la cocina: si sé que alguien viene a comer estoy , desde que lo sé, haciendo planes sobre qué poner, con qué acompañar, cómo adornar y qué experimentar...disfruto más con los preparativos que con el acto mismo de comer ( y soy muy comilona). El otro truco es contar con buena materia prima. De esa manzana se enamoró una avispa: así la empezó
y así la siguió comiendo...
a veces las manzanas se golpean con el muro, al caer y ya no necesitan esforzarse al comenzar.
Buen producto. Ni siquiera necesita cocinera
¿y eso? una tentación
solamente mirarlo, ya abre el apetito. Alguien me dijo que para ahuyentar a los insectos y que no se me estropease la fruta, tenía que colgarle una sardina salada...no conoce a los insectos de esta zona. Son gallegos. Y a los gallegos nos encanta comer, fruta (ya lo habeis visto) y carne (como vais a ver)
Puede que alguno de vosotros no se crea que eso es la picadura de una avispa. Pues, sí, esa picadura me la hizo una este sábado. Y, aunque es cierto que me encanta cocinar, lo único que me faltaba, después de los menús de fruta y carne, darles también pescado (sardinas saladas) a mis avispas...

domingo, 18 de septiembre de 2011

Sábado y domingo

Decidme, por favor que ese chuletón con guarnición de brécol (que anteayer estaba vivo, en una foto) tiene buena pinta.
Y acompañado de esa ensaladilla, pimientos, pepino y patatas fritas hace las delicias de un sábado.
Pero hoy es domingo y toca pulpo a la feria, con patatas cocidas y "ya te vi" (que quedó ensaladilla de ayer).
Y como somos de la generación de mujeres a las que la cocina les venía " de serie", postres caseros,
que mi hermana pone a desfilar por el mantel (trece son, siempre trece), porque jugar entra en el cupo de las reuniones...