sábado, 31 de octubre de 2009

Las calabazas










Hoy por la mañana, me han dado calabazas.




Bueno, no exactamente: hoy por la mañana òscar me mandó a leerle poemas a los árboles.




Para ser obedecido siempre, el truco consiste en mandar aquello que los demás desean hacer. Y me fuí a leerles a mis aldeanitos poemas sobre cosas de las que nunca hubieran oído hablar. Me fuí con un librito que me regaló Elvira, una compañera de instituto, de sonetos de Joaquín Sabina. Un poeta urbano podía ser un bombazo para ellos.




Aparte de los manzanos, lo que tengo más cerca son los dos nogales y allá me fuí.




Abro el libro y escucho:




-Eh, tu, Cenicienta (ya sabeis que tengo que limpiar la chimenea francesa) ¿ en qué piensas ir al baile del príncipe?




Entonces me dí cuenta de que las calabazas se recogen en estas fechas... adiós poemas.




Empecé de mala gana.




No era un trabajo nada prometedor : muchas, pequeñas, hay que andar inclinado, otras grandísimas, pesadas, hay que llevarlas al balcón una por una...



Hasta que la descubrí: pequeñita, viva, diferente, hermosa.


Me alegró la mañana.







miércoles, 28 de octubre de 2009

Las madres

Las madres, a veces somos terribles.
Y, justo, cuando nuestros hijos adolescentes están más en su ambiente, rodeados de amigos, presumiendo de independencia y valentía, irrumpimos como el elefante en la cacharrería y les plantamos un sonoro beso...
Nos pondrán verdes al llegar a casa, nos lo echarán en cara toda la vida, pero, hay emociones irreprimibles.

así, òscar, cojo tu cabeza entre mis manos y te planto, con o sin permiso, un sonoro beso.
( da gracias a Dios de que no es en todos los morros)

Ya imaginais que ese capullo me ha emocionado.

martes, 27 de octubre de 2009

Con los cinco sentidos







Llevo un tiempo metida en la poesía. Decir metida es no decir nada. Quien pueda que me entienda.

Pero soy un ser humano raro ( como todos) y necesité dejar de sentirla intelectualmente para vivirla "rusticamente".

Y, compartirla.



Salí con la máquina. Ahí estaba el pequeño racimo.



Cómo escapó de la vendimia, es un misterio.



Nos miramos. Nos tocamos. Nos olimos.



Oí como se partía en mi boca. Se me derramó todo.



Me llenó de dulzura y pasó a formar parte de mi.


Eso, justamente eso era lo que yo necesitaba.

domingo, 25 de octubre de 2009

Los libros ¿de la noche?




Ayer, siguiendo huellas (había una canción de mi juventud que decía "a la huella , a la huella"), encontré una afirmación que me dejó perpleja: "hay libros diurnos y libros nocturnos"...

De repente me dejaron sin poder leer todos los libros de la oscuridad y el silencio. De repente me dejaron sin, por ejemplo, la poesía.
Porque yo me acuesto a las nueve de la noche. Yo me acuesto de día.
Me consolé pensando que los libros no se leen según el tiempo, sino según el espacio. Y yo sé crear mi espacio. Es de día cuando yo me siento a leer al lado de ese fue go.
Ahí teneis algunos de mis poetas.
¿De verdad vosotros no podríais, al lado de ese fuego leer a esos poetas que veis? Y a los que no veis, también: tumbada, sin que se vea su nombre, está, también, Mariel Manrique.