martes, 23 de septiembre de 2014

Madre mía

Mi madre era una mujer muy original y con raras percepciones (hace ya mucho os comenté que sabía que no debía seguir bebiendo cuando, al pasar los dedos índice y corazón por los lados de la nariz, los notaba lejanos).
 Un buen día nos comentó que la hora de la muerte llegaba cuando el ombligo se hacía tan pequeño que casi desaparecía.
Siempre he tenido un hermoso ombligo, pero  me he dado cuenta de que se me ha hecho muy pequeño. Y se me han planteado dos grandes dudas.
Una, física: no se si mi ombligo  esta desapareciendo porque mi barriga está demasiado gorda.
Otra, metafísica: no sé si mi madre quería decir que , después de pasarnos toda la vida mirándonos el ombligo, al final de la misma nos damos cuenta, al fin, de que no somos nada.