sábado, 19 de septiembre de 2009

Cocina

Para que el señor Kaplan pueda relajarse en el fin de semana, este post va de cocina. También para responder a Conchi, que me preguntaba el otro día qué voy a hacer con tantos tomates: Compartir con mi familia ( madre y Meyre; mayor y familia; segunda y familia y quinta y familia) y hacer salsa envasada para todo el invierno. Con ella hago luego ricos guisos, huevos escalfados, pescados y carnes al horno. Con ella acompaño incluso el cocido, los garbanzos, las verduras... a todo le sienta bien la salsa que preparo.
Pero, la cocina tiene un secreto. El mismo secreto que la naturaleza en general: el sabor está en nuestra mano. El trabajo está en nuestro conocimiento:
Que la madera tiene vetas todo el mundo lo sabe, porque se ve su dibujo; pero no se sabe cómo hay que cortarla hasta que pretendemos cortarla a lo largo en vez de a lo ancho (yo lo aprendí en uno de aquellos " Y si yo" de los que os hablé hace tiempo, haciendo el techo del "casino").Para trabajar la madera hay que conocer sus vetas.
Que la piedra tiene vetas también es evidente, que para trabajarla hay que dominarlas, lo aprendí en mi contacto con una fábrica de chimeneas francesas en donde los trabajadores me ayudaron a comprender.
Que la carne tiene vetas es tan evidente como que si damos un mal corte podemos convertir un filete de ternera tiernísima (perdóneseme la redundancia) en una suela incomible (seguro que Pedro domina el arte de enternecer la dura).
Todo tiene vetas: los tomates cortados a lo largo saben diferentes que los cortados a lo ancho. Probad y, cuando troceeis el tomate para la salsa, saldrá más espesa si el tomate se corta a lo ancho. ¿Y las patatas? Las patatas fritas cortadas a lo ancho, finísimas, echadas en la sartén de una en una, con el aceite hirviendo, son bocados exquisitos. Ah, pero hay otras patatas que os pueden transportar...los niños les llaman patatas de campamento, porque algunas tienen forma de tienda de campaña. Son patatas adobadas con ajo, sal y perejil, pero el truco está en el corte: corte profundo y golpe de muñeca para arrancar, en vez de cortar totalmente. Eso estimula la fécula y le da a la patata un sabor delicioso.
Y yo pienso, si toda la naturaleza tiene un centro y una veta. Si sabiendo seguirla conseguimos que la naturaleza nos de lo mejor de sí ¿como puedo encontrar la veta de los seres humanos con los que trabajo para sacar de ellos su mejor yo interior, su sabor más profundo, su más deliciosa esencia?
(Y no pienso en mi beneficio, sino en el suyo)

jueves, 17 de septiembre de 2009

Para Carmen de Ciberculturalia

Me dices, en tu comentario, "pedimos la igualdad de oportunidades, seguro que tu a tus tomates, los abonas y riegas por igual".
Yo tengo que decirte que no, que algunos necesitan más riego que otros y también absorben de la tierra más o menos nutrientes (lo noto cuando arranco las plantas al final, por cómo queda la tierra).
Pero me gustaría que tu me resolvieras el problema, porque no conseguimos ponernos nunca de acuerdo: ¿En una clase de 25 alumnos, a los que he explicado lo mismo, tengo que seguir el ritmo de los más listos; de los más torpes; de la mayoría? ¿Individualizo? ¿Avanzo con los más inteligentes y dejo atrás a los que no alcanzan? ¿Me paro con los que entienden peor y dejo de atender a los que tienen el don de la inteligencia? ¿Creo grupos de clase en los que todos los torpes estén juntos y lo estén también los más listos? Si hago grupos homogéneos sé que los listos irán rapidísimos y los torpes se quedarán cada vez más atrás. Si hago grupos heterogéneos los torpes irán rápido, empujados por los inteligentes, pero ¿quién estimula a éstos? ¿Recuerdas la parábola de los talentos?
Y, ahora que sale el tema, ¿Crees que se debe juzgar igual a ese señor que se quedó con el dinero de todos y ahora en vez de sentirse culpable se siente drogadicto, que a los niños que esnifan cola para olvidar su miseria? ¿Es lo mismo una adicción como la coca cola, el cafe, el tabaco, el alcohol, la marihuana, el costo y el LSD, la heroína, la cocaína?
¿Es igual de ladrón el que roba un pan que el que roba un traje ¿deben ser castigados igual?...
Yo no encuentro repuesta ¿Tu la tienes?
Sigo pensando que la igualdad no existe en la realidad.
La naturaleza me lo dice cada día: Cuando por la mañana voy a llevar a los caballos el desayuno, para estabularlos, a ambos les digo "Hala, a casa"; el Cuco, normalmente se va derechito, tras un saludo; el Chispa me acompaña todo el camino, rezongando reproches, soplándome quejas por la nariz...antes de irme, a los dos les rasco entre las orejas , entre los ollares y bajo el labio de abajo.
Nunca sabré si sienten lo mismo.

miércoles, 16 de septiembre de 2009

¿Igualdad?












Hela ahí, la recogida de tomates de hoy, porque llevaba varios días dedicada a otras cosas (a compadecerme de mi misma, a "celebrar" el otoño y, sin darme cuenta, a sufrir el ligero dolor de estómago que se manifiesta indefectiblemente en primavera y otoño, como un anuncio de cambio de estación y que, a pesar de ser repetitivo, no se me hace evidente a hasta que me siento ante mi misma y me digo " A ver, tu, triste, ¿qué demonios te pasa?" Y es entonces cuando me doy cuenta).
Y, sabido el por qué de la melancolía, me dedico a la vida cotidiana que tan feliz me hace en cualquier estación del año. Y tantas lecciones me da.
Porque, podemos pasarnos la vida pidiendo igualdad...¿Los veis? Hay seis clases diferentes de tomates. Su forma externa es diferente y, al abrirlos también son distintos. Los veis en ese plato (solamente tres clases, que mi estómago no me permite más, siendo eso solamente el acompañamiento). Y su sabor... su sabor es tan distinto como puedan serlo una cigala y una nécora: las dos saben a mar, pero solo eso las iguala.
Dejemos de pedir igualdad: nunca seremos iguales. Pidamos respeto a la diferencia, amor a la diversidad. Y sentémonos a saborearla.









martes, 15 de septiembre de 2009

Náufrago

Víctor Campio, de nuevo, porque llega el otoño y él habla de su otoño y el mío:

Náufrago son de vida, pero vivo / Náufrago soy de vida, pero vivo
Crucei do mar verán e primavera / Crucé del mar verano y primavera
Outono vive en min. Inverno espera / Otoño vive en mi. Invierno espera
de novo ó neno que conmigo estivo. / de nuevo al niño que conmigo est(u)vo

Aquel neno afogou.(Eu sobrevivo). / Aquel niño se ahogó. (Yo sobrevivo)
¿Mora no mar? Era un soñeiro. Era / ¿Mora en el mar? Era un soñador. Era
espiga do meu sol. Cómo quixera / espiga de mi sol. Cómo quisiera
retelo aquí conmigo, redivivo! / retenerlo conmigo, redivivo!

Inverno espera o seu regreso. Cando / Invierno espera su regreso. Cuando
neno tan meu retorne do seu onte, / niño tan mío regrese de su (ayer)
atoparame ainda navegando, / ha de encontrame aún navegando,

orfo de soños, por un mar baldío. / Huérfano de sueños, por un mar baldío
Eu bicareino con amor na fronte, / Yo besarele con amor la frente
o corazón tremándome e frío. / el corazón temblándome de frío.

Yo no se traducir, solamente deseo que no perdais el significado. Hay que leerlo en voz alta, con su propia rima y ritmo.

lunes, 14 de septiembre de 2009

Vosotros los que fuerdes

San Juan de la Cruz en su cántico entre el alma y Dios ( el esposo) hacía decir al alma" vosotros los que fuerdes allá por las majadas al otero, si por ventura vierdes a aquel que yo más quiero, decidle que adolezco, peno y muero" y creo que la respuesta es aplicable a esta tierra.
"mil gracias derramando pasó por estos bosques con presura..."
Las mil gracias que esta tierra me da cada día: uvas, tomates, higos, manzanas, patatas...
Y la salud de mis animalitos y la mía.

Es curioso cómo con la edad, de pronto se me "colocan" en la cabeza muchos de los poemas que aprendí de niña, saltando charcos, cruzando el río por las piedras, en el Toral, con las crecidas del río Limia en el invierno. Y me llegan desde "Las carretas" de Juan Ramón, al "Oriental" de Zorrilla (un Oriental mutilado porque suprimieron los versos amorosos "y perfumes para el cuello, para los labios, amor"y, mientras suprimían esa sutileza nosotros buscábamos "La desesperación" de Espronceda con aquello de "me gustan las queridas, tendidas en los lechos, sin chales en los pechos y flojo el cinturón", que, evidentemente, no venía en el libro de "Anaya" hecho por Lázaro Carreter y Evaristo Correa), pasando por "Un castellano leal" de Don Angel Saavedra, Duque de Rivas, que cantaban en cuatro actos la dignidad del Conde de Benavente que, obligado por el rey Felipe II a dar alojamiento en su palacio al Duque de Borbón, traidor a su propio rey francés para beneficiar al rey de España; tan pronto como el francés abandonó el palacio, le prendió fuego para no tener que respirar su mismo aire.
Eran los tiempos en los que ser español era un orgullo:
"no profane mi palacio un fementido traidor que contra su rey combate y que a su patria vendió.
Que si el es de reyes primo, primo de reyes soy yo; y Conde de Benavente si él es Duque de Borbón.
Llevándole de ventaja que nunca jamás manchó la traición mi noble sangre Y HABER NACIDO ESPAÑOL"
A mi, ahora, a veces, me da vergüenza ser española; otras veces me da vergüenza ser gallega.
Solamente me consuela pensar que también me daría vergüenza ser italiana...