viernes, 29 de abril de 2011

Renovarse o morir

Estos días pasados, en dos blogs que sigo habitualmente , el de Añil "Azul añil" y el de Reyes "cuánto tiempo" se hablaba de tirar cosas del pasado. Ayer, en una serie de la Sexta contaban la historia de un enfermo incapaz de tirar nada: no un coleccionista compulsivo, sino una especie de enfermo del síndrome de Diógenes, pero algo menos...
Entre las tres confluencias, me hicieron pensar en mi. Esa rara sincronicidad me llevó a mi pasado y a mi presente.
Ese aspirador, marca Philips, me lo regaló mi hermana la mayor en el año setenta, porque ella se compró uno más grande.
Funciona perfectamente si se le pone un transformador. Él no soportaría 220; va a 125...
Ese me lo compré yo, cuando vinieron tiempos mejores, pero, por agradecimiento, nunca pude tirar el otro.
Este fué una chulería, allá por el 85. Limpiaba al vapor y tenía una plancha incorporada.
Ahí la veis: me sentí como si tuviera un avión.
En los noventa, recién llegada a Paradela me compré ese otro que tanto aspira como sopla, dependiendo de dónde se coloque la goma (lateral o por encima)
Este me lo compré por ecología: tiene un filtro de agua y , además, aspira agua, por lo que, junto con el anterior, es muy útil en los atascos de cualquier tipo (lo compré en un almacén de limpieza industrial)
Y éste es mi Roomba: hoy viene anunciado en "El País", en la página 39 : funciona solo, sin cables, obedece a paredes virtuales, va a su base a recargarse cuando necesita energía y me hace sentir como una abusona con un esclavo.
Y me siento con las cosas igual que con las personas: soy incapaz de tirar. Tengo hacia todo un sentido de fidelidad y agradecimiento que no me permite separar a lo mío de mi vida.
Cuando cambié de coche la primera vez, entregué mi seiscientos. Al día siguiente fuí a buscarlo porque no pude dormir (se había vendido por la tarde y me quedé sin él, pero aun lo sueño). El segundo no pude quedármelo, fué directamente al desguace, después del golpe. Ando con el tercero (desde el año 70, tres coches no me hacen consumista precisamente).
Lo que entra en mi casa, se queda para siempre . En ella o en mi corazón. Hasta la muerte (hablo de la mía, claro, porque la gente que se muere y mis animalitos muertos, siguen conmigo).
No quiero aprender a tirar. No quiero tirar.
Iré jubilando, pero, tirar, no.
(El otro día os puse cosas de cortar, hoy, cosas de limpiar.
Pero confieso que debajo de las camas de mi casa hay unos matojos como esos que se ven en las películas del desierto, que se mueven con el aire.
Tanto es así que , recordando las películas del oeste que se rodaron en España, mi hermana y yo, para decir que hemos limpiado, decimos "hoy estuve toda la mañana en Almería")

miércoles, 27 de abril de 2011

Menú del día, por 0'25 euros

Como estoy sola, he hecho una fiesta con un par de huevos (a 2 euros dos docenas y media), dos lechugas (regalo de reciclaje: yo le doy estiércol de caballos y mi compañera Conchita me trae lechugas mientras dura el curso) ,patatas fritas (me regaló mi vecina Marina un saquito, porque las mías ya están terminadas) y cuatro o cinco pimientos maroquíes tipo Padrón, que son los que encarecen el total...
De postre esas tres ¿salvajes? que encontré hoy (después de las primeras cada día alguna)
Y , leyendo el periódico, recordé a Desclasado: en la separata de "la voz de la escuela " habla de las regueifas, desafíos en verso que ambos (y Blue y Fiorella) hemos realizado no hace mucho, con dos testigos de excepción (Anusky y Genín), en el blog de Descla.
Me encanta comprobar que se introducen a nivel escolar y de la misma forma que yo le planteé mi reto "antes del rap, fueron las regueifas" y encabezan "el arte de fastidiar, en verso"
Quedé preocupada con mi horóscopo: soy géminis. Esa facilidad para mejorar las relaciones con mis padres, estando ambos muertos, me da mucho que pensar...(La región de Ourense)
Y me alegra leer que hay gente que piensa y transmite (Voz de Galicia)
Y, fijaos hasta dónde puede llegar la vergüenza: es tanta y tan grande que lo han puesto con una letra más grande de lo que es habitual...(La Región, de Ourense)
(Las fotos se agrandan, ya sabeis)

martes, 26 de abril de 2011

La marca

Yo prefiero ser Duquesa, que ser marquesa es como estar marcada. He ahí el trabajo del señor José

Y esas son las patatas que os enseñé el otro día, después de quitarles a mano todas las hierbas y
darles una mano de sulfato.


Esa es la higuera que a finales de agosto estará llena de fruto maduro,






porque mirad como están ya de grandes los higos (las brevas más grandes, pero hoy no toca
mostrarlas)





guisantes en flor, de media rama y judías de mata baja (alguien pondrá alguna pega)









He ahí una de las camisetas que llevó hoy la marquesa a clases...debería tirarla, pero
tiene una textura tan suave a la piel...











con ésta me pasa igual...la marquesa es una cutre...Me di cuenta de cómo estaban de rotas
cuando me las quité para tumbarme al sol y las puse de reposacabezas...





agujeros por todas partes, ¡qué vergüenza!





Para consolarme de tanta vergüenza, me fuí al estanque a ver a mis chicos y a la vuelta fuí al sitio donde tengo las fresas salvajes, a ver si había alguna. Seis había. Tan pequeñas que no cubren el fondo del vaso.

Tan sabrosas al apretarlas con la lengua contra el paladar que, aun teniendo las camisetas rotas y siendo una pobre de dios, no hay marquesa, ni duquesa, ni reina que encuentre , ni pagando, esas delicias
















lunes, 25 de abril de 2011

Domingo, día del señor

Y en domingo descubrí esos frutos en el nogaldespués de segar esa altísima hierba , toda la mañana

porque el domingo fue el día del señor José. Yo le pregunté cuándo me echaba las patatas y él
me contestó que el domingo. Y no hay discusión. Siempre, él decide.


Trabajó como un león. Comió bien y bebió bien (empezó con una copita de licor café a las 8)
y solamente se paraba para echar un trago. A las cinco y media de la tarde había echado
saco y medio de patatas ( a cualquier hombre normal le lleva día y medio; a un vago, tres
días. Al señor José cinco horas y media).


Lo llevamos a casa (mi hermana vino a verme) y nos fuimos al estanque, a ver a Cuco y

Chispa...y nos pusimos a limpiar el nacimiento de agua.

Estando en esas, alguien llamó y decidimos que vinieran a cenar.





Jugamos al billar, para que conocieran la mesa del casino











Y, ¿como se termina siempre en Paradela? Comiendo y bebiendo.

Y, para todos esos que siempre dicen que quieren estar, siempre hay sitio en la mesa, que lo sepais. Normalmente , por si acaso, pongo un plato de más.