En primer lugar, y antes de entrar en harina en este tema, agradecer la maravillosa acogida a mi entrada sobre educación, a la que siguen llegando comentarios, aún rebasada. Volveré sobre el tema.
Pero hoy quiero, desde mi experiencia, hablaros de algo que curiosamente nunca vi reflejado en los libros y no sabía que era un suceso común: la ruptura, la plenitud, el golpe o la caricia salvaje que muchos nos encontramos a los cuarenta y cinco.
No sé si a los hombres les sucede; sé de algunos a los que sí. Pero en las mujeres, entre los cuarenta y cinco y los cincuenta hay siempre un suceso no buscado o, al menos, no intencionadamente buscado, que marca de forma definitiva el resto de nuestra vida.
En las mujeres de mi entorno (madre y hermanas, aunque no todas), en esa edad llegó una viudedad prematura y, con ella, un cambio radical de vida, la explosión de las potencialidades propias; la absoluta necesidad de encauzar la nave y llevar un timón no deseado.
Y, a raíz de eso, aparece lo que se podría llamar "la década prodigiosa" que va de los cincuenta a los sesenta: la mente absolutamente abierta y desarrollada y el cuerpo añejo pero sin achaques, dominado y sabio.
He hablado con mucha gente. De mi edad, mayor y más joven y todos reconocen que ahí, en ese espacio de su vida, hay un desarrollo diferente y que nos marcará definitivamente.
Yo compré Paradela ( mi casa de Paradela) en el año 91. Concretamente en junio de 1991. Recién cumplidos los 45.
El motivo era tan nimio (una perra con cachorros que no podían estar más tiempo en un piso) que no me inducía a pensar en ningún tipo de trascendencia. Nunca supuse que supondría mi plenitud y mi felicidad, pero así ha sido.
Me encantaría saber si os ha pasado algo a los cuarenta y cinco, o en ese intervalo hasta los cincuenta.
Sé que muchos de vosotros no habeis llegado (ojalá ésto os ayude cuando llegueis, sobretodo para saber que aunque sea un golpe duro, se recicla a positivo y nos mejora), pero otros ya podeis hablar del tema.
El "gabinete psicológido Paradela la nuit" queda abierto.
(Escribid de noche, que se presta más a la confidencia, entrareis en mis sueños suavemente y os contestaré, por carta, por la mañana, que a mi ya no me vais a quitar el sueño...ni los sueños)