Ayer "oí" la primera helada seria del año.
Me levanté a las siete de la mañana y, como siempre, mi primer trabajo es abrirle la puerta de las cuadras a los caballos.
Entre la casa y las cuadras hay cien metros, más o menos.
El cielo era un placer de estrellas.
Si el aire fuese un espejo, en él prodría escribir mi nombre, con el vaho de mi respiración.
Bajo mis pies, las botas sonaban : kras, kras, kras...
( A eso le llaman romper el hielo, por eso llegué a clases tan contenta)