Me pasé toda la mañana cantando, mientras podaba, limpiaba y cocinaba.
No una canción de esas que todo el mundo recuerda , porque dejan en nosotros una huella profunda. No, que va.
Esta canción no aparecerá nunca en el blog de Mamé Valdés, ni en el de nadie que hable en serio de la música.
Pero, quiera yo o no, esa canción está en mi infancia, junto con otras igual de raras y poco nombradas como "La ovejita Lucera" o "Ya estamos llegando a Pénjamo", que en su día me ayudó a entretener a una generación maravillosa de sobrinos...
Y, como todo lo sabe san google, allá me fuí, para saber si solamente está en mi memoria o alguien más la recordaba.
SI. Ahí estaba. Pero, oh sorpresa, solamente la mitad de lo que yo recuerdo.
Era una media burla de amores entre un chico llamado Eleuterio (Luterio) y una chica llamada Eufemia (Ufemia). Él le escribe a ella (según leí la canción es de Pedro Infante):
"Cuando recibas esta carta sin razón, Ufemia / ya sabrás que entre nosotros todo terminó.
No me escribiste/ y mis cartas anteriores no se si las recibiste
Tu me olvidaste /y mataron mis amores el silencio que le diste.
No se si a esta le darás contestación/ aquí queda como amigo
tu afectísimo, alegre y seguro servidor."
Seguí buscando, pero nada encontré, porque yo, en esa misma canción, cantaba la respuesta de Ufemia a Luterio. Y es esta:
"Luterio:¿recuerdas aquel Roque con quien tu te emborrachaste?
ahora es cartero y dice que me quiere desde que nos presentaste;
mira como andan en el correo, mejor tus cartas debías certificar.
Aquí termino, Luterio de mi vida, devuélveme las cartas, perdóname la letra y el papel. Ufemia"
Seguramente por eso la gente inventó el correo electrónico. Pero, yo sigo añorando aquellas cartas de antes...y esperar al cartero.