He tenido la suerte de estar siempre rodeada de literatura. No solamente por los muchos compañeros escritores (José Luis López Cid, Manuel Zabal Lázaro, Víctor Campio Pereira, Miguel Moreiras y un etcoétera bastante largo), sino porque de niña jugué con Carlos Casares, Marifé Santiago Bolaños me nombró como personaje en una de sus novelas, Luz Pozo Garza es parienta lejana y el abuelo de Alfredo Conde y mi abuela eran hermanos.
Ese que veis ahí es su último libro y su dedicatoria (para Mª Jesús, después de años sin saber de ella, con afecto familiar y cierto) me recuerda que , efectivamente, hace muchos años que me vine a la aldea, lejos del mundanal ruído.
He pasado el domingo leyendo. Porque esos a quienes nombro consiguen que la litera-suya se convierta, magicamente en litera-mía.