Está siendo complicada, porque, aparte del trabajo habitual, el fuego que rodea la ciudad (y me desespera) y las evaluaciones de todas las tardes, el viernes voy de excursión hasta las cinco de la tarde y mañana hago huelga.
Lo que para la gente puede ser maravilloso, porque rompe la rutina, a mi me desazona bastante.
Quiero disculpar mi ausencia de comentarios en vuestros blogs y espero lo comprendais.
Mañana me levantaré con el sol (para no encender las luces), haré mis rutinas habituales, salvo encender el ordenador, la tele y la radio, para ahorrar energía; no compraré nada; trabajaré en el campo y aprovecharé para leer la maravillosa novela de Juan Navarro, ya comenzada. Y me acostaré al anochecer.
Y, por supuesto, no iré a trabajar.
A mi edad, poco puede afectarme la reforma laboral, pero tengo detrás una familia que no se merece todo lo que trae consigo. Y creo que no debo callar.