Ayer usé, por primera vez en este año, la segadora...a la que hay que afilar el peine.
Y, después de llevar ese tractorcito para los caballos, me fuí a La Cañiza a medir.
Porque las obras empezaron en el mes de octubre, pero, salvo los baños y sus sorrespondientes planchadas, todo lo demás fué solamente deshacer.
Esa era, antaño,mi habitación
esa, la de mi madre
y había una salita para comer.
Donde está este baño, había una habitación más.
Desde esa ventana miraban mis ojos adolescentes cosas bien diferentes a las que ven mis ancianos ojos.
Lo mejor de la casa es su luminosidad.
Al bajar al primer piso, encontramos ese hueco donde mi madre tenía a san Antonio de Padua, el portugués de los pobres.
El primer piso, igual de luminoso que el segundo
Baño y cocina
salón
y dos habitaciones más
y escaleras hacia el bajo
después del primer descansillo
Y un bajo tan luminoso como el resto
bodega y acceso a la caldera
Ahí va la calefacción.
Mañana empezaremos Abel y yo con regleta, taladro, caladora, tacos, tornillos, puntas, martillo, madera, hierro, cemento, andamio, banco, perfiles y pladur...
Y pasará con la obra como con mi huerto: las habrá mejores, más grandes y más perfectas.
Como con mis animales: la gente tiene caballos árabes, hispano árabes, españoles o cualesquiera otros, pura raza. Los míos son del país. Caballejos del país.
Como los perros: mucha gente los quiere de raza purísima; yo a Koro lo traje de la perrera y a Perdi la encontré abandonada (con anterioridad, a la Chata).
No puedo ni quiero competir en nada, con nadie. Solamente quiero (y normalmente lo consigo)disfrutar con lo que tengo y hago.
Y, créeme, Monserrat, yo a ti sí te respeto y creo que se nota.
http://paradeladecoles.blogspot.com.es/2011/07/condicion-femenina.html