Mi vecina, la que trabaja en la biblioteca, no quería creer que el maíz se recogiera en diciembre, cuando todos lo recolectamos en octubre. Y se lo contó a su madre,( la que le hace riquísimas papas del antedicho )y su madre le dijo que no podía ser, que a estas alturas y con lo que llovió tendría que estar podrido o germinado...
Ah, pero Dios es grande: al día siguiente de la recolección, apareció Pili con un cestillo de espigas de regalo (supongo que es el pago de la maquía) (ya sabeis: medida con la que se pagaba a los molineros, por la molienda, aunque a veces se pasaba la noche en el molino, que era más divertido.) Y, hoy por la mañana, hice las fotos.
Las fotos del cestillo son las de Pili; las otras, descoloridas, hechas con el día casi vencido, son mis espigas. La foto fue hecha el mismo día que hice la del pollo subido a la higuera...
Patricia, yo sé que hoy vas a dormir mejor, no solo por haber cenado marisco en nochebuena, sino porque cumplo con mi obligación de responder a tu comentario.
Y, hoy me acordé de vosotros, los del este. Esta vez parece que entrará por ahí la borrasca. Aquí, un sol magnífico todo el día, pero por la noche, bajo cero. Cuando me levanto por la mañana a abrirle la puerta a los caballos, el hielo cruje bajo mis pies...Y el pollo en la higuera.