domingo, 18 de octubre de 2009

Dos amores

Recuerdo una canción de mi tierra que decía "Dous amores a vida gardar me fan" (Dos amores me hacen guardar la vida).
Sería injusto por mi parte decir eso. Porque hay muchos más amores que esos dos para guardar mi vida. Pero, sí son dos amores que os presento. El de la derecha fue la puerta que se abrió para que un día llegara a Paradela. Porque yo le tenía pánico a los perros hasta que un amigo me regaló al Ten, en una cajita de zapatos (gracias, Miguel).
El de la izquierda es Abel, uno de mis dieciseis sobrinos ( que ya me han dado 14+3 sobrinos nietos). Es hijo de mi hermana la pequeña, a la que yo llevo ocho años. Siempre estuvimos muy cerca, él y yo.
Cuando tenía esa edad que veis, se parecía mucho a mi hermana, salvo en el pelo, porque él es moreno y mi hermana rubia. Yo soy poco dada a los arrebatos de ternura, pero, de vez en cuando le cogía la carita entre mis manos, tapándole el pelo y le decía "Marilicita" ( que es como yo llamaba a mi hermana, aunque no se llame así).
Ya lo veis, eran amigos: los mismos puños, el mismo tirarse en la hierba, los ojos en los ojos y la misma sonrisa.
Descubrí lo que Abel le quería al Ten el día que lo vi taparle con las manos las orejas y decirle bajito: "Marilicita"