Está terminando una semana que, para mi fué movida y fructífera . De alguna forma, casi perfecta.
La empecé con imaginación. La continué con trabajo. El miércoles fuí de viaje y comí con mi hermana segunda. El jueves fue festivo y mi hermana pequeña comió conmigo. Y hoy se culminó con una maravillosa noticia: alguien a quien quiero muchísimo hizo realidad uno de sus sueños.
Por el medio, leí un post de la Abuela Ciber sobre un rey que, en los mejores momentos y en los peores, miraba una inscripción en su anillo, que le ayudó a ser sabio.
La inscripción decía "este momento pasará". Todos los comentaristas hacían alusión a que los momentos malos pasan y saberlo nos ayuda a sobrellevarlos. Nadie parecía ver la otra parte.
Por eso hemos llegado hasta aquí.
Y entonces recordé las lecturas obligatorias de cuando era niña: José, aconsejando al faraón, al descifrarle el sueño, que hay que llenar los graneros cuando la cosecha es abundante y ahorrar en las vacas gordas para la época de vacas flacas; y el refrán que decía "no hay mal que cien años dure" y continuaba (eso es lo que olvidamos)"ni bien que no se termine". También la naturaleza nos enseña a guardar en verano , para pasar el invierno. Cuando razonamos que las cosas buenas también se terminan, las disfrutamos y mimamos mientras duran, porque sabemos que no son eternas.
Saboreo a tope esta semana, porque sé que no va a durar siempre y la vivo con intensidad, para que perviva en mi memoria.
Y eso os deseo, que disfruteis de lo que teneis sabiendo que no es eterno.