que tampoco se hacen en Paradela.
Por ejemplo, nunca comemos en la cocina. Según el número de personas, el tiempo que haga o el capricho, se come en muchos sitios diferentes: bajo los mimbres, en el casino, en la entrada, en el salón, en la sala de arriba o en la galería. En la cocina, no.
Y no se pone la televisión si hay gente.
Ni siquiera el telediario.
La tele rompe la conversación, interrumpe el pensamiento, separa, nos mete en otro espacio. Hablar mientras se come es delicioso, es compartir mucho más que el alimento, es pensar juntos. Las tertulias de después de comer son el complemento imprescindible de la buena mesa: comida, vino y conversación, juntos son uno de los mayores placeres de la vida.
Telediarios hay a todas horas. Gente a comer, solamente a veces.
Y ¿sabeis? llevo dos días feliz, sin ver la tele.