martes, 7 de octubre de 2008
Don Arturo Pérez Reverte
Hoy, que tengo poco tiempo (como cada lunes y martes desde que empezó el curso) necesito comentar algo que he leído el fin de semana. El periódico "la Voz de Galicia" entrega los viernes para suscriptores y los domingos a nivel general, la revista "XL Semanal" en la que, entre otros, escribe el señor Pérez Reverte. Y es casi seguro que su colaboración de esta semana,titulada "Videos, libros y piernas largas" le va a echar encima a un montón feministas, carentes de dos cosas: sentido del humor y conocimientos de literatura. Comienza don Arturo comentando que le encanta comprar "cultura"(entiéndase música y literatura) a personas que sepan lo que venden (me recordó una película en la que una pequeña librería es absorbida por una "multinacional", trabajan Hank y Pfeifer (a saber como se escriben esos nombres) y, evidentemente, los vendedores de la pequeña librería aman su trabajo, tratan cada libro con mimo e incluso cuentan cuentos a los niños en una especie de "guardería" para tal fin; es decir, crean clientes desde la infancia, a pesar de lo cual pierden su clientela que pasan a ser clientes de la gran superficie). Y habla de correspondencia, incluso complicidad, entre comprador y vendedor. Luego, como magnífico narrador que es, cuenta como verídica una historia (que yo pienso que es ficción porque no puedo imaginar que alguien que vende libros, por muy novato o ignorante que sea, no lo reconozca si se lo encuentra leyendo) sobre una chica de larguísimas piernas que, viéndolo en la estación del Ave, leyendo mientras esperaba, se le acercó y le preguntó si le gustaba leer... (imaginen la respuesta) y si conocía el "Círculo de Lectores". Él la guió hasta la doble página de la revista en la que se anunciaba el último "Alatriste", su famoso capitán. Estoy viendo la cara de la vendedora, de verdad que la estoy viendo... Volvió con su supervisor, que estaba también allí, para disculparse y el sr. Pérez Reverte le dijo que la chica era encantadora y que no tenía por qué disculparse. El relato termina (sic)"Después, cuando se alejaban, miré otra vez las piernas de la chica. Comprendía perfectamente al jefe. Hasta yo me había suscrito, oigan. Al Círculo. A donde fuera" Ese es, para mi, un final brillante, que busca la sonrisa y la complicidad de los lectores...pero ya verán como hay alguien que dice que es machista...(Señor Pérez Reverte, a usted, que me hace sonreir o aplaudir todas las semanas, me es muy grato comunicarle que tengo unas piernas larguísimas...delgaditas y arrugadas por la edad,pero, se lo juro, larguísimas).