lunes, 12 de octubre de 2009

Hipatia de Paradela







En los comentarios de la entrada anterior,


alguien que me quiere me dió ese nombre.



El cariño no debe cegaros. Mis conocimientos son escasos en todos los campos. (Por cierto la alegría del examen del otro día era por un 10. Ahora, con todos corregidos, encontré otro. Dos dieces en treinta alumnos es mucho, ¿eh? mucho:una alegría para el alma).

Pero, ahí teneis a Alicia.

Alicia es pediatra y tiene una casita aquí, en Paradela. Y me honra con su amistad.

Hace ya tiempo, cuando mi sobrino más pequeño estudiaba aún en el instituto, yendo un día por la calle con un amigo, se cruzó con ella. Él, que es educado y cordial le dijo "adios, Alicia" y ella, que es despistadísima, agradeció ser llamada por su nombre o no se hubiera enterado, y contestó.

Unos metros más adelante el amigo le dijo "¿conoces a esa señora?"

-Sí- respondió mi sobrino- tiene una casa en Paradela, al lado de mi tía.

Y el amigo le dijo: "Pues, ¿sabes? a mi me salvó la vida".

El día que yo le salve la vida a alguien, me dejaré llamar sabia; porque mi sobrino me lo contaba con cara de decirme:

"No lo sabíamos y conocemos a Dios".

Hoy, ese dios recogió, con mi ayuda, sus kiwis.