Hay otra parte de internet que me hace sufrir:
Generalmente, cuando entras en un blog, entras también en sus "circunstancias": tiene su propia lista de blogs, sus comentaristas permanentes, sus preferencias...sus amigos.
Y tu, de alguna forma, te acercas también a esos amigos.
Es decir, adquieres el paquete completo, cuando realmente solamente te interesa una persona. Confías en el instinto del otro...(Y digo instinto. La gente le llama intuición porque es más de personas y el instinto parece más animal).
Mi propio instinto me ha engañado muchas veces. Imaginad cómo me engañará el de los demás.
Creo que a todos los que entrais a comentar en mi blog os he dicho que os quiero. Si no os lo he dicho os lo he demostrado, mostrándome tal cual. No podría renunciar a ninguno de vosotros porque cada uno de vosotros aporta algo a mi vida; a mi rarísima y elegida forma de vida. Os amo como se ama a las cosas esas sin importancia que nos hacen felices: desde mis 63 años, desde mi independencia feroz, desde mi soledad electa, desde mi ternura de abuela y desde toda la distancia que da un ordenador. Si estuvierais a mi lado, no tardaría mucho en marcharme, asfixiada...
Y, seguiré diciéndoos que os quiero, porque es cierto...que nadie me diga nunca más que está felizmente emparejado. Si buscara pareja, la buscaría en mi entorno, porque yo necesitaría mirar a las personas a los ojos y sentir su contacto.
Y esa es la parte mala de internet: uno escribe, los demás están en su derecho de interpretar...Y a veces interpretan en clave "macho ibérico".