Hoy me ha llegado el nombramiento de este curso.
O quizá ha llegado la semana pasada, pero no miré en mi casillero de envíos.
Llevo ya bastantes años trabajando, con otras tres personas ( el jefe de estudios y dos compañeros más), en , por y para mejorar la convivencia en el centro.
Y, tratando de enseñar, aprendo.
Porque cuando yo estudiaba respetábamos por obediencia. Era suficiente con ser ovejas, no discutir derechos ni deberes ni tratar de razonar. Obedecer era la clave.
Hoy hemos cambiado. La base del respeto es la comprensión, el razonamiento y el ponerse en el lugar del otro. ¿De que sirve decirle a un alumno tienes que disculparte con tal profesor porque eso que has hecho es una falta de respeto?. Dirá, simplemente, "perdón" y nos dirá que ya cumplió. El otro día un chico le puso en la agenda a una compañera, dos o tres barbaridades, sin motivo. Y lo arregló con un "perdón", así, de refilón.
El viernes me senté con él: "yo soy así","no tiene importancia" fueron sus respuestas. Ni siquiera había hablado con ella. Ni siquiera se había dado cuenta de que a "yo soy así", la respuesta es "pero yo soy asá". Porque el respeto tiene doble carril. Y la asertividad también. Y nuestro derecho a poder tener una forma de ser y que nos respeten supone respetar el derecho de los demás a lo mismo.
Y no hay mejor forma de comprender, para respetar, que ponerse en el lugar del otro.
Y cuanto más me esfuerzo en enseñar, más aprendo.
La enseñanza ha cambiado. Los jóvenes han cambiado. La enseñanza de hoy no es memorizar y obedecer.
La enseñanza de hoy es despertar la necesidad de aprender y enseñarlos a relacionarse y ser ciudadanos de primera.
Y esa tarea, no termina nunca. Ese objetivo, nunca se ve cumplido. Por eso hay que seguir luchando