El sábado , al volver de guardar a los caballos, vi un cielo rosado y unos árboles sin hojas. Anunciaban la noche y el invierno. Y, si bien es cierto que hablaban del sol en el horizonte, ocultándose, quizá hasta el día siguiente, también lo es que el día quedaba atrás.
Y entonces recordé a Emejota, a mi querida emejota y sus fotos de un tiempo que no era otoño, ni futura noche.
Y me vi a mi misma, allá en la primavera, cuando el bañador ,más que sobrepuesto a la piel, parecía pintado en ella y aquellas largas piernas eran una tentación.
Aquellos tiempos de playas solitarias, para disfrutar.
Tiempos en que ponía cara de chula prepotente "porque yo lo valgo"
En que me gustaban las pulseras y las camisas bonitas.
Y me entró una ligera nostalgia de lo que se fué.
Y luego sonreí: antes solamente era aquello; ahora soy aquello y ésto; los músculos cambiaron de lugar y ahora, casi siempre están en el cerebro ( a veces también en el cerebro se me desparraman, pero pocas).
Y estoy viva.