La primera visita a Paradela fue la de Isabel. No hubo demasiada suerte por algunos inconvenientes que yo no pude evitar: la fecha , el 8 de junio, en que yo todavía no estaba de vacaciones y tenía bastante trabajo y de los más duros (exámenes); los días (de miércoles a domingo) (ambas cosas decididas por Isabel); su alergia a los perros, que los obligó a estar encerrados durante todo el día (con el sufrimiento consiguiente); el tiempo (no dejó de llover).
La segunda fue la de Faina. Después de la primera experiencia, un cierto miedo, que inmediatamente se disipó con la exquisita educación de Iris y la maravillosa conversación de sus padres. Poco tiempo, pero perfecto: lo bueno, si breve, dos veces bueno.
La tercera fue de Emejota: un sábado y un domingo increíbles para compartir. No hay palabras.
La última fue Noche Infinita. Ella habló de haber llegado al Paraíso. Pero los ángeles llegaron de fuera. Y nos hicieron felices.
Cada uno de vosotros habeis conocido a alguno de esos que son felices comiendo: Uxía comparte solomillos con Isabel.
Iris y Faina son saludadas por Perdi (en mis rodillas).
Emejota conoció, una mañana, al que dará cuenta de esa paletilla de cordero.
NocheInfinita conoce al que disfruta con el pernil del mismo cordero.
Esta Navidad habeis estado sentadas a nuestra mesa.
Feliz año nuevo.