El sábado tocó la anual comida familiar en recuerdo de la abuela. Nos juntamos veinticinco mayores y once niños y echamos de menos a Julio, Mª José y su niña y a Jesús y las gemelas de Carlos, de casa de mi hermana mayor;Quique y Gaizka de casa de Sisa; Víctor , Uxía y Abel de casa de Marilí.
Y es que poner de acuerdo a casi cincuenta personas, se hace, a veces, imposible.
Pero, de alguna forma, estuvieron presentes porque hablamos de ellos y los recordamos.
Y, en este día a día de no parar, también toca desbrozado
y siega, con cambio de disco, que cuando se gastan, no cortan.
Y la lluvia y el sol hacen que la hierba crezca.
Los caballos felices de comerla recien cortada
Y yo, sin parar.
Y, ¿quien me dice qué es eso?
Yo lo he descubierto gracias a mi cuñado Julio y los regalos que nos ha hecho a mi hermana pequeña y a mi...