De repente, todos hemos abierto la caja de Pandora...
Y no sé si quien siembra vientos recoge tempestades, lo que si sé es que han empezado a salir, a borbotones en algunos casos y en otros " a dentelladas secas y calientes" como decía Miguel Hernández, las infancias, los paraísos perdidos, las Ítacas abandonadas sin querer...Y, ahora, hay que "roelo", como en un tiempo dijeron del equipo de fútbol de Pontevedra.
"Al andar se hace camino y al volver la vista atrás, se ve la senda que nunca se ha de volver a pisar"
Algun@s solamente recordarán cómo eran los zapatos que llevaban, o, si los llevaban; otros recordaremos la chocolatada a la que non condujo aquel camino y lo bien que lo pasamos; otros, los más, sin darnos cuenta, inventaremos un camino nuevo, que la memoria se va manipulando a nuestro antojo, según nuestro deseo y nuestra necesidad.
Y, mi camino, en mi infancia, me llevaba a Pénjamo, que era la letra de una canción en una película mexicana. Teníamos una vecina que, simplemente por hablar, siempre nos preguntaba ( a todos los niños de la casa) "¿ a dónde vas? ¿ de donde vienes?" y a nosotros nos molestaba su curiosidad ( hoy creo que no lo era), pero siempre contestábamos la verdad. Hasta que pusieron la película y mi respuesta siempre era " a Pénjamo" "de Pénjamo" y, claro, lo conté en casa. Desde aquel día, la buena señora perdió su nombre para pasar a llamarse "la de Pénjamo"...y dejó de preguntar, seguramente imaginando que había alguna neurona averiada en mi cabecita.
Es posible que la hubiera.
Recuerdo de aquel pueblo anécdotas maravillosas, como la del señor Ramón que se disfrazó de fantasma para asustar en la "canella" a Angelita (creo) y, cuando creyó que ella ya no lo veía, emprendió el camino de vuelta a su casa, sin darse cuenta deque por sus andares era facilmente reconocible, porque era cojo ( como diría Luis Corona era "vintenove- trinta", genial descripción del ritmo de los cojos) y la asustada lo corrió a pedradas.
Aquel señor Ramón era famoso, porque era muy bromista. En otra ocasión le mandó a otro vecino que tenía muchas ganas de tener un hijo varón, una pieza de tela de mahón, cuando lo que nació fue una preciosa niña (los pantalones de mahón eran masculinos), broma que le devolvió el embromado, que era tan ocurrente como él, cuando nació su primera nieta:
le envió una jaula llena de excrementos, haciendo alusión al mote del señor Ramón ( que no viene al caso).
Recuerdo que se contaba que la mujer de un señor que se llamaba Primo y tenía una fábrica de gaseosas siempre se quejaba porque el marido hacía también refrescos diciéndole :" ay, Primo, eso dos refrescos eche unha fantasía : sálennos a tres pesetas e vendémolos a duas cincuenta"
Por no hablar de Maragón, otro simpático.
Alguien de Xinzo debería recopilar aquellas historias, para que no queden solamente en la memoria de gente como yo. Porque pienso que ya se habrán muerto, tanto el señor Ramón ( que ya era mayor cuando yo era niña); como Angelita, que nos enseñó a hacer labores; como Primo y su señora, en estos tiempos de coca cola y refrescos enlatados.
Y recuerdo unos carnavales increíbles, cuando estaban prohibidos en toda España:
En el medio de la plaza, un "spunik", en el principio de la era espacial...
Pero, los carnavales, merecen capítulo aparte.