miércoles, 6 de agosto de 2008

La búsqueda del equilibrio

No echo de menos los tiempos en que estaba segura de mi misma. Porque no sé dónde el idealismo se transforma en fanatismo y todos los fanatismos me dan miedo; incluso ese fanatismo del converso, que ha dejado de fumar y, desde ese momento, nadie puede encender un pitillo..
Yo llevo veinte años sin hacerlo y hoy es el día que persigo el humo, aspirando por la nariz, cuando alguien fuma a mi lado. Y, cada día, al levantarme, he de decirme "hoy no fumo", porque solo soy capaz de proponérmelo a corto plazo.
Y me causa estupor que los tertulianos de la tele, de cualquier cosa (da igual política, que opinión, que corazón) defiendan siempre una sola postura. Supongo que el truco está en que jamás escuchan la opinión del otro: mientras el otro habla, están preparando su siguiente argumento.
Y que conste que me gusta que la gente se apasione con las ideas y las defienda, si no fuese así, el mundo sería un aburrimiento; pero siempre tengo la impresión de que no escuchan por miedo a ser convencidos.
He cambiado tantas veces de opinión sobre las cosas, que he llegado a la conclusión de que lo absoluto no existe. Verdades como puños sobre el comportamiento, teorías políticas clarísimas,
opiniones sobre lo divino y lo humano se me han ido al traste sin que me haya enterado demasiado: un buen día me desperté y era otra. ( En castellano se dice enajenarse; en gallego, allearse, aqueloutrase, tolear).Soy una víctima de la interacción.
Mariana ha escrito para mi en su blog, me regala canciones y poemas. Pero son canciones y poemas de otros, yo prefiero que Mariana escriba a Mariana o que me diga que entiende en la canción y el poema...porque, ante la misma lectura, cada uno entendemos una cosa...no hay más que leer las opiniones de la gente que comenta en los blogs: todas nos enriquecen, porque cada uno leyó con sus ojos y su inteligencia. Y, porque como dijo el Zorro :la palabra es fuente de malentendidos:
Hace muchos años, Abel se fué a pasar unos días con su abuela. Era muy curioso o quizás estaba aburrido y buscó en qué entretenerse. Encontró la caja de costura de la abuela (la que seguro no tiene la Chuqui). En ella (eran otros tiempos en que todo se reciclaba) la abuela guardaba una bombilla, que usaba para zurcir los calcetines, porque la aguja se deslizaba muy bien sobre el cristal, mejor que sobre los huevos de madera que se vendían a tal efecto; Abel preguntó : "abuela,¿para qué es esta bombilla?" ;la abuela respondió "para coser". Siguieron, cada uno a lo suyo. Pasó el tiempo. Volvió Abel con sus padres. Un día se fundió un bombilla en su casa; su padre la cambió y, cuando iba a tirarla a la basura, Abel le dijo " papá, no la tires, que te la cose la abuela"