lunes, 4 de agosto de 2008

Va por Mariana, porteña con inquietudes.

Hoy, vuelvo al castellano en honor a Mariana. Mariana es, por lo que sé, una chica argentina que tiene un blog. En el habla de España, con ojos argentinos y tiene cosas muy, muy bonitas.
Llegué a su blog por casualidad, como siempre, y, poco a poco fuí leyendo todo lo que lleva escrito. Añadí comentarios a sus pensamientos, comprendí lo sola e incomprendida que se siente a veces, ante nuestra reacción a sus costumbres; vi su apasionada defensa de las mismas ( el mate es un ejemplo), su necesidad de mantener su identidad, de no desarraigarse...su nostalgia de su tierra ¿qué gallego no entiende eso?...
Y con la etiqueta de "historia" leí lo que sabe sobre los niños que los padres defensores de la república y con ideales comunistas enviaron a Rusia, cuando la guerra se decantaba hacia el bando contrario. Dice que no hablamos del tema y es cierto. Es cierto, al menos, en parte:
La mayoría de las personas que podrían hablar de aquel dolor,de aquel desgarro, han muerto, los que, como yo, conocemos el tema de oídas, no tenemos datos; los más jóvenes, los que tienen la edad de Mariana, en su inmensa mayoría, no han oído hablar de ello, a no ser en las zonas concretas en las que pasó, porque, según tengo entendido, la mayor parte de los niñ@s eran asturianos y vascos. Y, perdida la guerra, los niños no volvieron y , posiblemente, sus padres fueron represaliados. Pasados los años, de ésto, con perspectiva, hablará la historia. Supongo.
Y hablará también de otro dolor producido también por la guerra, aunque sea hoy políticamente incorrecto: la división azul.
Porque tu no lo sabes, Mariana, pero cuando en Europa estalló la guerra, Hitler vino a pedirle a Franco que le devolviera el favor de haberle ayudado a ganar la guerra...Franco alegó demasiados muertos en la nuestra, pocos hombres para poner de nuevo en marcha el país y no sé cuantas cosas, pero consiguió convencer al alemán de que no podía ayudar, pero que enviaría una división de voluntarios. Y, efectivamente, así lo hizo. Creo, sinceramente creo, que se anotaron voluntarios los más idealistas, los que creían algo (erróneo o no) y estaban dispuestos a luchar por ello. Y, fueron. Y perdieron. Según tengo entendido, lucharon en Rusia.
Y fueron derrotados. Supongo que humillados y escarnecidos. Como siempre lo son los derrotados...Quiero imaginar que aquellos niños separados de sus padres, añorando el amor y la palabra (no hay nada más cruel que no poder comunicarse),habrán encontrado a algún divisionario, habrán hablado y se habrán abrazado, llorando, felices de recuperar, allá, tan lejos, la tierra que los vió nacer. Unos y otros ( del bando vencedor y del vencido), sintiendo lo mismo y sin poder volver, porque entre España y Rusia no había ningún tipo de relación.
Pasados muchos años, unos y otros (alguno de cada), han vuelto. Pero ninguno era el mismo que se fue (Al volver la vista atrás, se ve la senda que nunca se ha de volver a pisar...), que el dolor nos transforma y, a veces nos hace como nunca hubiéramos querido haber sido.
La guerra es mala y siempre todos, todos, pierden.
Los seres humanos nos pasamos la vida defendiendo y peleando por las diferencias, sin ver que los sentimientos (el dolor y la alegría; la nostalgia; el desarraigo; el desamparo; la necesidad de inclusión, la de mantener nuestra identidad...) nos igualan a todos.