jueves, 7 de agosto de 2008

Miedo

Miedo me da.
Desde que Nacho me puso el contador, todos los días voy a comprobar si alguien lee mis parvadas. Más o menos, contaba con la familia, porque ésto es casi de nosotros para nosotros y, sabiendo lo charletas que somos incluso los callados, imaginé cuatro o cinco entradas al día y, menuda sorpresa, desde el domingo, más de cien visitas. Y me da miedo. miedo de hablar de mi y hablar de otros, por más que aquellos de los que hablo son los míos, los cercanos y el cariño me puede ( y cuando hablo de mi, me perdono y enseño lo menos malo). Para vencer ese "miedito" (no me quita el sueño) me consolé pensando en aquella historia que contaba Manolo de los Padrosos...
Manolo de Padrosos forma parte de nuestras vidas, para algunos desde siempre y para otros, desde pequeños. Era un factotum a quién mi madre encargaba todos los trabajos, porque sabía todos los oficios, aunque el propio era de carbonero y el contaba que su mote era "O corvo", porque siempre andaba tiznado. Hablaba mucho y, cada vez que tenía que señalar o mostrar algo con los dedos (éralle unha cousiña así), siempre pedía permiso "Con permiso, fíxeno así", "Con permiso, tiña este tamaño"; pero cuando contaba chistes verdes, no pedía permiso ninguno, para regocijo de pequeños y escándalo de mayores...
Manolo había hecho la mili en África y, el tiempo que pasó allá sirvió de inspiración para el resto de su vida. Contaba de lo "sinvergüenzas " que eran unos con otros y que si uno caía en una novatada, deseaba que todos los demás cayeran también. Supongo que a los que entran en mi blog, les pasa lo mismo, nadie comenta nada, para que los demás caigan en el mismo error...
Y contaba el de los Padrosos que una vez habían ido (los soldados) a una especie de parque de atracciones, con muchas cosas que ver. A la puerta de una caseta, en la que costaba 10 céntimos
(la décima parte de una peseta, no de un euro ¿eh?) había un feriante gritando "Pasen y vean, lo nunca visto" y cosas de esas que empujan a entrar...Y, todos los soldaditos, de uno en uno, fueron entrando.
Dentro de la caseta había un burro con un cartel que ponía."HOLA, COMPAÑERO¿ TAMBIÉN POR AQUÍ?"