martes, 2 de septiembre de 2008

En respuesta. Para ti, Pedro, que sabes de volar.




Llevo un rato intentando subir un par de imágenes, pero, que si quieres arroz, catalina.

En principio pensé en subir unas del año 1925 (los carnets de prensa de mi padre), pero, en honor a Pedro, he decidido subir las de Volar.

Porque dos sueños han estado siempre presentes en mi vida (los recuerdo desde que tengo memoria) uno de ellos era tener un caballo y el otro era volar.

Me recuerdo en la infancia, saltando las escaleras, cada vez desde una más arriba y soñando (soñando de verdad) que las saltaba desde arriba de todo (Quizás fue eso lo que originó aquella caída desde el descanso, cuando el pedal de la bicicleta se me incrustó bajo el brazo y me dieron,tumbada en la mesa de la galería, sujetada por Hipólito y dos más que no recuerdo,sin anestesia, catorce puntos de sutura...qué fácil es decirlo y qué difícil soportar aquel dolor...).
Por eso, porque quería saber si se volaba en la realidad como en los sueños, siendo ya una semianciana (que fué "anteayer por la tarde") hice parapente.
Y, ahí estoy, antes de emprender el vuelo y ya volando.
Y es hermoso volar, ver que eres capaz de elevarte, buscando térmicas;comprobar que, en esa inmensidad, dominas un poquito, siendo nada...
Lo malo es que el parapente no es para mi: vuelas media hora y para retornar de nuevo a la montaña de la que saltas, tardas dos horas... en una tarde solamente te da tiempo a volar una vez, dos como mucho...Y nunca eres libre, siempre debe haber alguien, con un coche, donde caigas, para devolverte al mundo.
Y esa no es mi idea de volar, ni de la libertad.
Conclusión: es más bonito volar en sueños.