viernes, 28 de noviembre de 2008

La trascendencia de lo pequeño

Siempre nos rebelamos contra lo grande, contra lo flagrante. Pero a lo grande se llega por los pequeños detalles previos:
Hoy quiero reivindicar que TAMPOCO LAS MUJERES SEAMOS CAPACES DE HACER DOS COSAS A LA VEZ .
Sí, cómo se ríen algunas tontas de que los hombres no sean capaces de hacer dos cosas a la vez, como protestan algunos hombres de que algunas mujeres digan eso...ja, ja y ja (léase risa tonta, sarcástica y furibunda).
El trabajo de las mujeres era "coser y cantar". De los hombres decían "Quen capa non asubía", que traducido quiere decir que "quien castra no silba",, es decir, el trabajo es tan delicado, importante y serio, que requiere toda nuestra atención. Todos, hombres y mujeres podemos cocinar y barrer, planchar y cantar, remover una salsa y apagar un quemador. Todos podemos pasar el aspirador y hablarle al bebé, cocinar y hacer escapadas a colgar la colada, poner la lavadora y cocer unas verduras.
Pero no podemos ser cirujanos y operar pensando en otra cosa; no podemos enseñar pensando en otra cosa; no podemos calcular la densidad de los pilares de un puente haciendo otra cosa. No podemos hacer nada importante pensando en otra cosa. Hay muchas mujeres en mi casa que no son capaces de hacer dos cosas a la vez: La que trabaja en Xenética Fontao (un laboratorio de genética), la que trabaja en su propia procuraduría, la que enseña francés, la que trabaja en un banco, la que tiene una empresa de informática, la que es psicóloga... al menos, mientras están en el trabajo remunerado. Y yo quisiera que hubiera para todas las mujeres momentos en los que no pudieran hacer dos cosas a la vez y que todos los hombres, compartiendo las tareas fáciles, se prestaran a hacerlas.(Por esa pequeñez se empieza para evitar la violencia de género.)
Anteayer, yo creí que sería capaz: me puse a leer un libro titulado "Animalia", mientras se freían unas patatitas. Y el libro hablaba de las manzanas de la Feculera, del médico don Casto, del camino llamado Formigueiro...El libro hablaba de mi infancia...Las patatas tuve que tirarlas, el aceite no servía ni para reciclar como combustible...Pero, os lo juro,aunque no fuí capaz de hacer dos cosas a la vez, mi "carpe diem" me hizo absolutamente feliz.

miércoles, 26 de noviembre de 2008

Violencia ¿machista?

Ayer estuve calladita. Visité vuestros blogs y vi muchas entradas alusivas al día que se conmemoraba. Todas en contra de la violencia y a ello me uní.
Pero creo que estamos culpando a quien no tiene la culpa (pongo la mano sobre el corazón y repito, lo creo). Porque hemos perdido la memoria: hace muy pocos años, el machismo no era de los hombres, era de la sociedad, de toda la sociedad (yo incluída y todas las de mi edad incluídas). Hoy, en el obituario de "El país", viene una semblanza de la primera mujer arquitecta española: nacida en 1912, acabó su carrera en 1937 (creo). Hija de burgueses con cultura, se casó con un editor.
Muy avanzados tenían que ser sus padres para darle carrera (eran los hombres los que estudiaban) y más esa carrera. Porque, por aquel entonces, las pocas mujeres que estudiaban elegían la enseñanza (el trato con los niños era "femenino") o la sanidad (pocas médicas, muchas enfermeras). Y, hablo de antes de la guerra, en que hubo una apertura mental considerable. Aún así, evidentemente, las carreras estaban donde había universidades (ahora hay universidad en cada ciudad) y pensar en una provinciana en una residencia de estudiantes, lejos del hogar, era insólito.
Pero, incluso antes de la guerra, la mujer en España no podía votar. Y cuando se habló de que había que dejarla ejercer su derecho al voto, creo que fué Federica Montseni la que se opuso, por miedo a que el voto femenino fuera manipulado por los "confesores" (la mujer, sin criterio, sin ideas, sin capacidad para pensar...)
Y, ya no hablemos de después de la guerra, en que la mujer no podía comprar una propiedad si no tenía el permiso de su marido y donde la arquitecta fallecida hoy, fué privada de su derecho a firmar los proyectos con su nombre. A los niños se les decía "los hombres no lloran", no manifiestan sus emociones, tienen que ser duros, son los que mandan en casa; los que cocinan son "cocinillas", los que no mandan son "calzonazos", los que lloran son "mariquitas".
Eso también es violencia y de la que más duele, la que desgasta, como la gota de agua en la roca; la que desgasta la voluntad y la vida.
Y, si el hombre te pegaba, los primeros que te decían que tenías que aguantar, era tu propia familia...Y, si confesabas que no podías más, el cura te recomendaba "resignación cristiana". Y, existía el "débito conyugal" que era la OBLIGACIÓN de satisfacer la necesidad sexual del hombre cómo, dónde y cuándo él quisiera. Y, el adulterio estaba penalizado por ley (el femenino, claro). El adulterio masculino no se penalizaba porque cuando un hombre engañaba a su mujer era porque una "lagarta" había "engañado" al marido que, aunque era el que llevaba el peso y los pantalones, ante una "lagarta" se convertía en un "infeliz".
Y, durante años, todos dimos eso por bueno. Y cantamos "el preso nº 9" con una gran pena por el asesino. Y el hombre decía "la maté porque era mía". Y cuando un señor recriminó a un marido que le pegase a su mujer, el marido se quejó a la mujer y ella fué a decirle a su defensor:"don fulano, meu marido malla no seu " (mi marido pega en lo suyo).
Todos hemos sido cómplices y estamos empezando a cambiar, todavía, solo empezando.
Conseguiremos un cambio total cuando nosotr@s, al necesitar ayuda en la cocina (para poner la mesa, para servir las fuentes, para llevarlas a la mesa ) en vez de decir :María, Sonia, Uxía, Sabela ¿puedes echarme una mano? digamos Pablo, Nacho, Víctor, Gaizka ¿puedes echarme una mano?. Porque de lo que estoy segura es de que ninguno de ellos va a decir que no.

lunes, 24 de noviembre de 2008

Para Alex, y que la abuela no se impaciente
















Fotos del magosto, que no me entran (por mi torpeza) en la página web.