Pasé un par de días felizmente ausente, absorta y entregada.
Un Carpe Diem absolutamente hedonista, del que me ha costado mucho salir.
No me ha quedado, al fin, más remedio: me han echado y aquí estoy de nuevo.
Me han ayudado a encontrar mi yo. Han justificado mis reacciones injustificables y me han aceptado tal cual.
Y me han hecho sentir plena, regenerada y creyente. Y ha sido genial.
Claro que, todo es relativo:
-Por haber nacido mujer, tengo unas características concretas.
-Por haber nacido gallega he de asumir la influencia de un paisaje, un clima, una historia, un idioma...unas raíces (maravillosas, por cierto. ¿Me oye, señor Feijóo?).
-Por ser hija de mis padres, tengo una herencia genética ineludible.
-Por hacer el número cuatro entre cinco hermanos he tenido que asumir mi lugar en ese espacio que, de alguna forma, configura mi forma de ser.
-Por haber nacido en el siglo XX comprendo el mundo desde una filosofía de post guerra (esfuerzo, privaciones, etc)
-Por haber nacido un día, un mes, un año y a una hora el sol, la luna y las estrellas influyen sobre mi de forma poderosa, sin resquicios para escapar.
Podría seguir contando cosas que influyen sobre mi sin escapatoria (la profesión, el entorno, la situación económica).
Y entonces me pregunto ¿que parte de mi yo me debo a mi misma?
viernes, 27 de agosto de 2010
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