Hace tiempo (para saber cuánto podeis entrar en un enlace que tengo a la derecha, debajo de etiquetas, llamado "me han abandonado"), llegó la Chata a mi casa. Dos días antes de la canción a mi tractorcito (yo voy con mis pesares), la abandonó para pasar a ser parte de la tierra que alimenta a uno de mis kiwis.
Y, mientras ella me abandonaba, yo pasé a ser un charquito salado.
Hay momentos en los que uno busca el consuelo en lo que tiene cerca y yo tenía cerca a Koro y Perdi, pero era tanto el duelo, que lo único que vino a mi cabeza fué aquella descripción de Juan Benet en "Volverás a Región" "levanta la mano del castigo no tanto para conceder un momento de alivio a la víctima como para hacerle comprender la inminencia de un nuevo azote" y tuve que separarme de ellos pensando que también me han de faltar.
Tengo experiencia en ausencias, pero no es suficiente: hay cosas a las que uno nunca logra acostumbrarse.
Ya han pasado varios días.
Y yo, como decía Miguel Hernández, ya "voy de mi corazón a mis asuntos".