jueves, 19 de agosto de 2010

Hoy tocó mecánica





































Iba yo tan contentiña a buscar una carga de hierba, cuando oigo un estruendo terrible: el remolque se había desprendido del tractor.
Recogida de la pieza, atado provisional , vuelta a casa a discurrir.
Porque lo que un mecánico sabe desde siempre, un tractorista aprende en un manual y un especialista encuentra en piezas de recambio, yo me lo tengo que inventar.
E inventando descubrí que el señor que me vendió el tractor de segunda mano decidió suprimir una pieza imprescindible, que hubiera evitado que los tornilllos y su alojamiento perdieran la rosca y la pieza se fuera a tomar viento.
Probé primero metiendo una llave de tuercas de mi viejo panda. Efectivamente, allí iba la solución a mi problema.
Yo, como Miguel Ángel, soy de las que se para a recoger un tornillo del suelo: ese hierro que veis ahí es la prueba. Como las tuercas estaban completamente oxidadas e inmóviles, dejé una como tope de izquierda. Luego corté , con una rebarbadora del hierro, la medida precisa. Y, con la misma herramienta, hice dos muescas para meter una horquilla de tope.
Los tornillos también, por debajo, con arandelas de presión para que se muevan lo menos posible.
Ahí lo teneis, nuevamente montado.
Es una tontería , lo sé. Me lo hacía un especialista en diez minutos y no sería demasiado caro.
Pero me hubiera privado a mi misma de la inmensa alegría de comprobar que todo se consigue.
Desde encontrar el desnivel del suelo que nos permita trabajar con facilidad, hasta ir comprobando el material que tengo, qué necesito, qué podré usar y cómo.
Solamente hay que ponerse.





























martes, 17 de agosto de 2010

domingo, 15 de agosto de 2010

Caballos











Hace ya mucho tiempo que ni Cuco ni Chispa sienten sobre sus lomos las presión de la silla, la cincha sobre sus vientres, ni el bocado, ni la rienda.
Ahí las teneis, la castaña es la silla de Chispa y la negra la de Cuco.
Cualquiera que entienda un poco de caballos sabe que las sillas son vaqueras, ya que esa forma de montar es más fácil para los inexpertos.
La monta inglesa requiere mucho más conocimiento y es más elegante, pero tiene más riesgo y hay que equilibrarse mejor, ya que no hay a donde agarrarse.
En la inglesa, se lleva una rienda con cada mano y las riendas entran en la mano desde abajo. En la vaquera, ambas riendas se toman con la mano izquierda, quedando la derecha para (teóricamente) el uso del lazo (había que enlazar a las reses para marcarlas o lo que requiriese el momento). La rienda también entra desde abajo, pero "sujetando".
También hay diferencia en los estribos( la parte en la que se apoyan los piés) que en la inglesa son un hierro delgado y en la vaquera ese apoyo que veis a la derecha, grueso y que, después de diez kilómetros crucifica la canilla.
También las ropas: pantalón ajustado con refuerzos en trasero y piernas en la inglesa, botas ajustadas y casco. Vaqueros y zahones en la vaquera, botas más abiertas y sombrero de ala ancha.
Pero, generalmente, los caballos entienden las dos y los buenos jinetes trabajan más los pies y las piernas que los brazos.
Y un buen dueño se conoce por la suavidad de boca que tenga su caballo. Los míos ni siquiera necesitan freno: les dices "hoo" y se paran , aunque no tires de la rienda. (Candi, del blog Rivela-Rivela) lo sabe: montó al Cuco a pelo, sin silla, rienda ni cabezada y como la más experta de las amazonas( después de confesar que nunca había montado).
Montar a caballo es una gozada. Incluso para ellos, que necesitan hacer ejercicio. Pero yo les he dado la pre-jubilación. Por eso, de vez en cuando, piafan de impaciencia.
(Y me encantaría saber por qué todo el mundo asocia "piafar" con "soltar aire por la nariz", cuando el significado es patear el suelo con impaciencia con las patas delanteras).