lunes, 29 de diciembre de 2008

Antes de que acabe el año

Mi madre es un pozo de sabiduría, que nos sorprende cada vez que nos juntamos. Por ella hemos aprendido cuando no debemos seguir bebiendo. Y os lo explico para que también a vosotros os sirva de guía.
Nosotros, gracias a Dios, solemos tomar buen vino (el preferido Faustino I, reserva de 94, pero mi cuñado me manda siempre una caja de Vizconde de Ayala de reserva, que levanta el ánimo). Lo malo del buen vino es que se sube y, si uno se despista, puede excederse... Un día fuí a servirle más y llevando los dedos a los lados de la nariz, me dijo "ya no puedo beber más".
El índice a un lado y el anular al otro, con la nariz en medio, era interpretado por nosotros como "estar a dos velas""no tener un duro", o algo así...Entonces se explicó: "Yo voy bebiendo y de vez en cuando me paso así los dedos; cuando la sensibilidad en esa zona está como si empezara a adormecerse (cuando se duerme un pié y parece que no tocamos el suelo), es que ya no debo beber más". Probadlo. Es auténtico.
Estas Navidades nos habló del ombligo.
Nos dijo:" cuando yo tenía vuestra edad, me cabía un dedo en el ombligo. Hoy ya no me cabe ni el rabo de una cereza" Y se explicó: "hace algún tiempo me di cuenta de dos cosas: según envejecemos, las orejas se van separando del cráneo y el ombligo disminuye de tamaño".
Que lo sepais. Si mi madre lo dice, es cierto.
(No pudimos comprobarlo, porque aunque le pedimos que nos lo enseñara, siempre se negó porque había "niños" delante...)