domingo, 7 de febrero de 2010

Las cosas que me hacen feliz







Decididamente, soy una simple.



Decididamente, estoy encantada de serlo.




Cuando el otro día brindé con los miembros de "la semana de", Dilaida me hizo un comentario de que " de saber que tenía ese vinito, hubiera bajado hasta Paradela, desde Lavandeira"; (la aldea en la que ella pasa los fines de semana y la aldea en la que yo vivo distan dos kilómetros , más o menos). Inmediatamente le mandé un correo diciéndole que el sábado, día 6, sin excusa ni pretexto, merendaríamos juntas con un vino igual.
Y me puse a trabajar en ello: llamé a Isabel y compañía, para que, a la hora de la merienda nos sorprendieran llamando por teléfono. Desgraciadamente, los planes de los demás ya estaban preparados y solamente Isabel, desde Murcia, podía llamar.
Pensé que una aceitunas y unos mejillones están muy bien, pero algunos se merecen un marisco.
Y un marisco no admite tinto. Pensé en un Albariño, pero...¿y los catalanes, que papel tenían en la merienda? Entonces vi ese cava "reserva especial de la familia" (pensé que los miembros de la semana de, ya somos una familia: del oeste el marisco y la empanada; la tortilla, del país; de Cataluña el cava; de Murcia la llamada de teléfono de Isabel ¿qué más se podía pedir?). Y, ahí lo teneis. Los planes se cumplieron , tal cual. Y ¿sabeis de quienes hablamos? de vosotros: de Rafa ( de Kabila) , de Felipe (de Reflexiones), de Carmen (de Ciberculturalia), de Juan Carlos (de qué hacer cuando se está aburrido) de Juan Navarro (de Mesa Camilla en París) de Cornelivs, de Arobos, de Isabel, de Susana, de Ramón, del Pobrecito hablador, de Isabel Romana, de...
Me di cuenta de dos cosas:
-Los integrantes de la semana estamos dispuestos "a pasar por el aro" (habrá siempre consenso a la hora de decidir a quien honrar ( si fuéramos argentinos preguntaríamos ¿en quién pensás vós?, para decir que sí)).
-Los blogs unen y socializan: hace casi veinte años que somos vecinas y ayer , por primera vez hemos "meriendacenado" juntas.
(También nos dimos cuenta de que es una suerte de que entre Paradela y Lavandeira a la una de la mañana nadie nos haga soplar en un control de alcoholemia).