Casi siempre cada tres meses viene el herrador a cortarle los cascos a mis chicos
y ponerles zapatos nuevos. Pero en esta ocasión pasaron cinco meses. Y creí que se había olvidado, pero como no tengo su teléfono ( es él el que me llama cuando va a venir) no pude llamarlo.
Se había ido de vacaciones y había olvidado nuestra cita. Pero ya tienen zapatos nuevos.
También el miércoles preparé mis primeros frascos de tomate para el invierno. Troceado del tomate,
para añadir a esos ajos, cebolla y pimientos, con sal gorda, que fríen a fuego lentísimo.
Cuatro horas después lo trituro y lo meto en frascos previamente hervidos veinte minutos.
Y los vuelvo a hervir otros veinte. Luego los coloco en un armarito de cocina, boca abajo ( si hay algún poro y no quedaron bien cerrados, pierdo el tomate, pero no me intoxico) . Ya tengo cinco del miércoles.
Mañana tengo faena nuevamente, porque, aunque todo el mundo se queja de que este año tardan en madurar, yo voy más adelantada que nunca, que otros años hago la salsa en septiembre.
Pero estos chicos no me dan opciones: maduran y mandan.
Hay que perdonarlos, porque están deliciosos.