Sigo con mis inventos con la masa, aprovechando estos días en los que el frío no me permite andar demasiado tiempo fuera. Y me puse a repasar entre mis libros de cocina, aunque hoy es más fácil buscar el google.
Y me encontré con esa libreta...
donde mi madre, en sus últimos años, fue anotando las recetas que la suya le enseñó. Ahí, la leche frita, para quien le interese.
Y ahí una torta de chicharrones que nunca he visto en las confiterías...parece mentira que de la grasa del cerdo pueda salir algo tan delicioso.
Otra de las recetas: lombarda con manzanas y castañas... Tenía una mano especial para la cocina. También mi abuela. He hecho mil pruebas en el rebozado de bistecs y nunca conseguí el sabor que recuerdo. Y eso que el rebozado es algo tan sencillo (harina y huevo; puede llevar un poco de leche; puede cambiarse la harina por pan rallado; puede pasarse por el huevo antes o después o antes y después...) que no hay demasiadas opciones, pero nunca lo he conseguido.
Conozco algunas madres que cuando se han quedado solas, han dejado de cocinar, porque encontrar el punto de las cosas, depende de detalles minúsculos pero enredosos. Yo, como siempre he vivido sola , decidí que me quiero mucho y no voy a privarme del único placer que "no es pecado", aunque engorda ,tengo mi truco para los enredos; por ejemplo, en vez de hacer el adobo de la carne cada vez que lo necesito, lo preparo para todo el mes: ajos, sal
y perejil
en el minirobot,
frasco de cristal y a la nevera. Permanece activo y sabroso mientras dura y con él, adobo hasta las patatas fritas.
Pero mucho me temo, Alma de Adra, que tus hijos aquí lo pasarían mejor que con la cocina, con el caballo, los perros, el quad y sobre todo, disfrutaríamos, ellos y yo de los charcos