He ahí el antes
y el después. Porque soy terca y trabajo sin prisa pero sin pausa.
Los nogales necesitan muchísimo espacio, tanto en el propio como en la distancia a los vecinos.
Y esos dos eran absolutamente ilegales. Nacieron en el terreno y los dejé estar durante demasiado tiempo, pero eran una ofensa al vecindario.
(Un paréntesis para que no pidais mantel). Barriguita de cerdo,
empanadillas y
tarta de mi hermana.
Y una petición: de la misma forma que algún día algunos de vosotros formasteis parte de un libro; partidipasteis con vuestras fotos en aquellos concursos de la mujer; colaborasteis en el mes del oído; llevasteis por toda España un libro viajero en el que escribisteis para mi; pusisteis nombre a mis gallinas y comentais con cariño, podríais, por favor decirme diez frutales.
Ellos ocuparán el lugar de los nogales y a cada uno le pondré el nombre de los primeros comentaristas que así lo deseen.
Uno está adjudicado a Mercedes, participante en los concursos de fotografía de la mujer: ella, en su día, plantó en su tierra una encina con el nombre de Paradela. Yo le pondré Mercedes a un cerezo en homenaje al valle del Jerte.