Pues sí. Llegué a Paradela, con mis cachorros y mi Señito.
Me compré una casa de aldea, para reconstruir, a muy buen precio y con un terrenito pequeño alrededor. En principio, solo pretendía un espacio propio pero, de repente, empecé a verle posibilidades a una vida "pastoril" y "bucólica" (las referencias que yo tenía del campo eran más literarias que reales). Empecé segando la hierba con una hoz y un palito, según vi hacer a otros...tardé una semana en hacer un cuadradito en el que cabía yo tendida al sol...,pero me sentí como Hércules después de coronar uno de aquellos terribles trabajos.
También empecé a ver que la casa se podría convertir en un hogar, con unos cambios (acabe cambiando tejado, pisos, techos, estructura...)Porque la casa eran tres espacios, independientes entre si, a los que se accedía por puertas y escaleras exteriores: para ir de una habitación a otra, había que salir de la casa, bajando escaleras y subir otras. Para ir al huerto también había que salir y acceder desde fuera. En fin, una casa nada práctica.
Empecé por llamar a un cantero para que me abriese puertas interiores entre los tres espacios y una escalera interior que los uniese por dentro. Y seguí por abrir una puerta al huerto.
Luego mandé hacer un baño y poner una chimenea francesa.
Cuando eso estaba hecho. Me trasladé a Paradela.
Y hoy quiero enseñaros algo que me preocupa y algo que me fascina:
Me preocupa mi ciruelo florecido, porque aún faltan dos meses de heladas que mustiarán esas flores tan hermosas como tiernas...
Me fascina la terquedad en el cumplimiento de los mandatos que tienen las plantas: Todos hemos estudiado que nacen, crecen, se reproducen y mueren. Y así es: las nabizas, para reproducirse producen un grelo que luego se convierte en flor y la flor se transforma en ena vaina llena de semillas. Si tu cortas el grelo (son riquísimos y el lacón con grelos es plato típico en estas fechas), al día siguiente la planta produjo otros dos o tres más. Y lo hace así siempre, si tu sigues cortando, en un loco empeño por reproducirse. Si los dejas crecer, se convierten en flor, se alargan y no nace nada más, para que las semillas tengan fuerza. ¿no es un milagro?