Uno de mis primeros "y si yo" fue hacer el techo de madera de la salita, después de ver cómo hacía un artista que me dejó plantada con las cosas a medias.
No puedo decir que fuese un trabajo difícil: la madera era machiembrada y las puntas quedan ocultas por los listones, porque se clava desde arriba en cada listón.Tampoco es demasiado problemático que los cortes no estén bien hechos, porque quedan igualmente ocultos. Fué gratificante por la novedad, pero no meritorio.
A ese trabajo le siguió el encintado de paredes de piedra, que me resultó complicado, tanto porque tuve que aprender a hacer la masa como porque tiene varias complicaciones añadidas: rellenar las grietas, introducir la masa, pasar la esponja y, posteriormente, barnizar con barniz para piedra, que me producía unos colocones la mar de "molones"...
Tanto me entusiasmé con los aprendizajes que decidí comprar la casa de al lado, para ir haciéndola sin prisa (salvo la planchada del tejado , la del piso y el tejado, el resto lo hice todo yo).
Y entonces, me compré un prado, del que otro día contaré la historia.
Y entonces me dije: "siempre soñé con tener un caballo. Si no me lo compro ahora, ya no podré tenerlo nunca porque me lo impedirá la edad"...Y, yo, que le tenía miedo a los caniches pocos años antes, hice que el Cuco formase parte de mi vida cotidiana...