Hace tres posts, hablaba yo de la canícula ourensana como algo insoportable y desconocido para todos los que asocian Galicia con la lluvia y el clima Atlántico. Este asador que cada año convierte Ourense en una sartén, donde los pájaros caen fritos desde los árboles... alguno de vosotros, lo sabía, la mayoría me parece que no os lo creísteis demasiado.
Y, para daros la razón, ha vuelto la lluvia. Tanta lluvia que está acabando con mis cerezas y con mi paciencia...Y, cuando el agua empieza a aburrir a las ovejas(que es, para mi el colmo del aburrimiento), recurro a Lorca, para reconciliarme con la lluvia. Y este poema, lo consigue:
La lluvia tiene un vago secreto de ternura
algo de somnolencia resignada y amable
una música humilde se despierta con ella
que hace vibrar el alma dormida del paisaje
Es un besar azul que recibe la tierra
el mito primitivo que vuelve a realizarse
el contacto ya frío de cielo y tierra viejos
con una mansedumbre de atardecer constante
Es la aurora del fruto. La que nos trae las flores
y nos unge un espíritu santo de los mares.
La que derrama vida sobre las sementeras
y en el alma tristeza de lo que no se sabe.