Queda demostrado que me expreso rematadamente mal.
Porque este blog no está de vacaciones: mi ventana al mundo sigue abierta.
Quien está de vacaciones es mi voz. Mi voz a niveles de comunicación con otros seres humanos, que con mis animalitos y cantando, la ejercito como siempre.
En la aldea vivimos trece familias; algunas unipersonales. Y todos tenemos espacio alrededor ,de forma que hay vecinos a los que yo no veo en todo el año(como no coincidimos en el ascensor...).
Vivo en el medio de la aldea, pero a veces no veo ni a un solo vecino; otras los veo desde lejos y nos saludamos con la mano (acenámonos coa man) o moviendo la cabeza hacia atrás, en un gesto extenso. A veces un "vai calor", otras un "boa tarde".
Durante el invierno hablo a diario con ciento cincuenta personas o más. Y en la ciudad, siempre hay ruído (Darío).
Cuando me compré esta casa, me senté en el balcón y tanto silencio me cogió tan desprevenida que me puse a llorar copiosamente.
A eso llamo soledad y silencio.