Me asomé a la ventana de la galería y vi que a un vecino se le había escapado la yeguada.
Allí estaban, ellas y sus potrillos, disfrutando de una libertad temporal, sin cierres.
Si mi casa de Paradela fuese un país, mi gallina, soltera y que no conoce gallo, se sentiría feliz de que yo sea su ministra de sanidad, porque cuando quiso ser madre, recorrí y revolví hasta encontrar huevos fecundados, para que ella pudiese satisfacer su necesidad.
Supongo que también estará contenta de saber que aunque no produce, su ministra de trabajo la mantiene con mucho gusto, para devolverle su esfuerzo de cuando ponía su huevo cada día. Ahora, que necesita asistencia y ser reconfortada, no solamente es maiz picado lo que come, necesita vitaminarse después de veintiún días dando calor a los huevos (sacó tres pollitos ) y la refuerzo con arroz con verduras y huevo cocido.
Y eso que me consta que, de no hacerlo, nunca me pediría explicaciones...
Y ha aparecido una nueva habitante: Clori, una rana recién nacida, de tamaño poco mayor que una mosca
Y que se posa tranquila sobre la pierna de Uxía.
(Por muy grande que sea nuestro duelo, la vida , ya lo veis, sigue).