La comida del domingo tiene un largo ritual, que empieza , cuando menos, el sábado.
Descongelado del trozo para asar
y de un capricho que quiero darle a Víctor: zorza, que le encanta;
las castañas especialmente para mi hermana: las primeras del otoño.
Reviso el huerto, a ver si aún hay algún tomate. Y, sí
Ese pan duro (como siempre hizo mi madre) para hacer emparedados, que le encantan a Abel.
(en una pasada al huerto, veo la temperatur de las placas solares, en grados centígrados)
y le echo un piropo a las lombardas, porque tan pronto les pase una helada por encima, las probamos.
También piropeo al manzano, que ha sufrido, a pesar de mis riegos con agua de ortigas, plagas de pulgón todo el verano.
Y, ya el domingo, las castañas peladas, para cocer con las semillas de hinojo;
y la zorza en la sartén;
los primeros emparedados ya fritos;
las patatas cocidas, sin más arte que tratar de que todas sean iguales para que encuentren juntas el punto de cocción (y lavarlas antes de pelarlas, que si se lavan una vez peladas, pierden fécula y sustancia);
el tomate pelado, cortado y aliñado con aceite de Badajoz.
Y la mesa con los entrantes, en la galería.
Y el asado,
la tarta de mi hermana
y el calor del hogar, que ayer inauguramos el otoño.
Y, aclaro:- de esas comilonas queda siempre suficiente para que nuestros chicos (que pasan de los treinta y viven independientes), lleven unos tupper con "ya te vi" (hemos visto la comida el domingo y la volvemos a ver de cena o de comida de otro día);
-la canasta a la que jugamos es un juego de cartas de dos barajas inglesas, muy entretenido y del que encontrareis su desarrollo en internet; con dos chicos de treinta y uno noventa de estatura no puede competir una anciana y su hermana de una considerable estatura de UNO SETENTA, en baloncesto...
-lo mejor de la comida es compartir y las sorpresas que nos preparamos unos a otros: este domingo Víctor me trajo dos CD con varios programas de una TV local en la que ambos trabajamos hace veinte años. Y fué muy emocionante.
Feliz semana.