Hoy probé las primeras judías de mi cosecha. Soy consciente de que voy con retraso: ya hace casi un mes que mis vecinos están comiéndolas. También yo, por gentileza de Marina las comí varias veces: ella siempre tiene un fruto precoz y riquísimo porque sabe sembrar y abona y riega...
Pero mis judías siempre llegan más tarde porque son de mata alta. Y yo las espero impaciente, vigilándolas cada día, tratándolas con mimo. Y, cuando llegan las primeras, en ellas saboreo las horas del abonado previo, las horas de la siembra, las horas del riego, las horas del cotidiano desherbado... con las judías saboreo las horas de mi vida; de mi bucólica y fructífera vida.