Para que el señor Kaplan pueda relajarse en el fin de semana, este post va de cocina. También para responder a Conchi, que me preguntaba el otro día qué voy a hacer con tantos tomates: Compartir con mi familia ( madre y Meyre; mayor y familia; segunda y familia y quinta y familia) y hacer salsa envasada para todo el invierno. Con ella hago luego ricos guisos, huevos escalfados, pescados y carnes al horno. Con ella acompaño incluso el cocido, los garbanzos, las verduras... a todo le sienta bien la salsa que preparo.
Pero, la cocina tiene un secreto. El mismo secreto que la naturaleza en general: el sabor está en nuestra mano. El trabajo está en nuestro conocimiento:
Que la madera tiene vetas todo el mundo lo sabe, porque se ve su dibujo; pero no se sabe cómo hay que cortarla hasta que pretendemos cortarla a lo largo en vez de a lo ancho (yo lo aprendí en uno de aquellos " Y si yo" de los que os hablé hace tiempo, haciendo el techo del "casino").Para trabajar la madera hay que conocer sus vetas.
Que la piedra tiene vetas también es evidente, que para trabajarla hay que dominarlas, lo aprendí en mi contacto con una fábrica de chimeneas francesas en donde los trabajadores me ayudaron a comprender.
Que la carne tiene vetas es tan evidente como que si damos un mal corte podemos convertir un filete de ternera tiernísima (perdóneseme la redundancia) en una suela incomible (seguro que Pedro domina el arte de enternecer la dura).
Todo tiene vetas: los tomates cortados a lo largo saben diferentes que los cortados a lo ancho. Probad y, cuando troceeis el tomate para la salsa, saldrá más espesa si el tomate se corta a lo ancho. ¿Y las patatas? Las patatas fritas cortadas a lo ancho, finísimas, echadas en la sartén de una en una, con el aceite hirviendo, son bocados exquisitos. Ah, pero hay otras patatas que os pueden transportar...los niños les llaman patatas de campamento, porque algunas tienen forma de tienda de campaña. Son patatas adobadas con ajo, sal y perejil, pero el truco está en el corte: corte profundo y golpe de muñeca para arrancar, en vez de cortar totalmente. Eso estimula la fécula y le da a la patata un sabor delicioso.
Y yo pienso, si toda la naturaleza tiene un centro y una veta. Si sabiendo seguirla conseguimos que la naturaleza nos de lo mejor de sí ¿como puedo encontrar la veta de los seres humanos con los que trabajo para sacar de ellos su mejor yo interior, su sabor más profundo, su más deliciosa esencia?
(Y no pienso en mi beneficio, sino en el suyo)