Cuando el pasado domingo vinieron Sonia y Nacho a presentarnos a sus pequeñitos, también vino mi hermana Sisa (que ejerce de abuela), la segunda en edad de mis hermanas y con la que compré la casa de La Cañiza. La casa y sus cajones.
Y en ellos van apareciendo joyitas que Sisa reparte y da a cada cual.
Esas fotos son testimonio de hace muchos años. Con Uxía pequeñita y mi hermana pequeña con unas enigmáticas y profundas miradas, que José Antonio, mi cuñado (D.E.P.), supo captar.
Veo, no solamente las personas queridas que aparecen, sino cada rincón de la casa amada y otras personas que entonces llenaban nuestras vidas y hoy no están.
Y me reconozco en esa mano de la izquierda, sé lo quue guarda mi hermana y por qué se ríe (Uxía ya ha quedado, con un pañal limpito durmiendo en la habitación de la que se ve la cortina)
Y veo esa mirada de atención contenida de Abel niño, hoy tan hombre y tan bueno.
Dos años más tarde, la misma Uxía, ya sin pañal,
celebra la vida.