Tengo que daros alguna aclaración sobre mis "chicos", porque todos os habeis inclinado de forma indiscutible hacia Cuco. Si, yo lo he dicho, es un infeliz en el sentido de bonachón, pacifista y sumiso. Cuando yo lo compré ya era mayor, había pasado mucho
tiempo solo y también mucha hambre. Y eso lo marcó para siempre.
Su primer dueño lo llevaba a los desfiles y a los bares.
Todo el mundo le daba tabaco y cerveza. Ambas cosas le siguen encantando, la cerveza la sorbe ruidosamente y el tabaco lo come con fruición, aunque le gusta más el rubio que el negro. Y, por supuesto, escupe la boquilla.
Pero, ay, se va con quien le da de comer...
El Chispa nació salvaje, en los montes de La Cañiza. Y su punto salvaje sigue vivo. Es insumiso, solamente le quiere a los de casa. Hace tiempo tuve un señor que los llevaba al prado y se quejaba de que era desobediente y era cierto: volvían del prado y él, en vez de irse a la cuadra donde ya tenía el comedero lleno de cosas ricas, se venía a la puerta donde hice el vídeo, a llamarme, para que yo lo mandara guardarse. Tardó más de un mes en considerar que aquel hombre era "de la casa". Su primer dueño se murió de un cáncer y su mujer no lo quería ni lo dominaba. El día que fuí a verlo y se me ocurrió montar, antes de que metiera el segundo pié en el estribo, se puso a galopar como un loco. Y se paró en seco. Como es bajito y yo alta, me costó poco echar pie a tierra. Con anterioridad se me había levantado de patas delanteras... Me dió mucho trabajo, acostumbrada a la sumisión de Cuco. Tuve que inventar mil trucos hasta que comprendió qué lugar ocupamos cada uno. Ahora lo sabe.
No me gustan los seres vivos demasiado dóciles. Todos tenemos que saber que hay un espacio nuestro y tener fuerza para reclamarlo. Ésto no es un reproche al Cuco, porque el hambre debe ser algo terrible. Ésto es un canto al Chispa, que relincha cuando oye llegar mi coche...